viernes, 16 de octubre de 2009

ANIMAL COLLECTIVE "MERRIWEATHER POST PAVILION (Domino)



Lo cierto es que, hablando mal y pronto, hay que tener 2 huevos bien gordos para sacar un disco como Merriweather Post Pavilion, además de padecer varias enfermedades mentales reconocidas, claro.
Ya estarás harto de escuchar que lo suyo es pop gamberro, que le debe mucho a Brian Wilson y a la neopsicodelia y bla bla bla. ¡Qué más da lo que hagan! ¡Este disco es la bomba!

Animal Collective consiguen aunar las mayores virtudes de Strawberry Jam (Domino, 2007) y el Person Pitch (Paw Tracks, 2007) de Panda Bear (proyecto de Noah Lennox en slitario), mezclarlas con gracia y salero, sin dejar de lado la experimentación sonora, dándole especial importancia a las bases electrónicas y, por si fuera poco, edulcorando el resultado con algo e azúcar para que al final topemos con su obra más accesible y magna.

Se me llena la boca al hablar de cuatro de sus canciones, sin duda lo mejor que va a parir este 2009. Hablo de “In The Flowers”, con un inicio increíble, un estribillo casi insuperable y adictivo. Digo casi insuperable porque “My Girls” la supera para marcarse un soberano 10 bien redondo. 2 singles estratosféricos, rematados “Daily Routine” y un final de infarto, salvaje, desenfadado, original, selvático… discúlpenme, pero tengo que limpiarme la baba cada vez que hablo de “BrotherSport”. ¿Y el resto? Pues sí, mantiene el tipo, sin bajones reseñables. ¿Y la pega dónde está entonces? Pues en el hecho de que por mucho que se hayan abierto más al público, su propuesta sigo siendo exigente, requiriendo muuuuucha paciencia del oyente, debido a sus ambientes recargados, la incomodidad rítmica de muchas de sus canciones y la absoluta falta de ganas por contentar al oyente menos exigente.

Total, uno de los discos lisérgicos del año, que te dejará la cabeza como un bombo y con la sensación de que tus oídos se están montado una juerga de mucho cuidado. Fiestaaaaaaaaaaaa!

Posdata: premio gordo para la portada.

LO MEJOR: Al menos, 3 singles para la historia.

LO PEOR: Que se les va la cabeza demasiado a estos tipejos.

LA CANCIÓN: "My Girls"

miércoles, 14 de octubre de 2009

ANTONY AND THE JOHNSONS "THE CRYING LIGHT" (Secretly Canadian)



Tiempo hace que servidor no abordaba nuevamente este blog. Ya estamos en el último trimestre del año y debido a unos meses sabáticos tengo mucho trabajo acumulado, así que no perderé el tiempo y me centraré en incluir las reseñas de los discos más interesantes, para bien o para mal, que servidor esquimal ha descubierto en lo que llevamos de 2009.

Quizá el primer bombazo del año lo dio el nuevo trabajo de Antony Hegarty, que ya iba siendo hora de que publicara un nuevo trabajo y se dejara de tanta colaboración.

Y es que con tanto Antony por aquí y por allá (parece que un grupo no era cool si no le convencían para que pusiese su voz en alguna canción), empezaba a temerme que a este frágil geniecillo de cálida voz se le habían ido un poco las ideas. Pues no, The Crying Light no decepciona y mantiene el listón muy alto.

Antony no ha optado precisamente por un disco fácil. Las 10 canciones que componen este The Crying Light parecen ser una transposición melódica a las emociones mismas que el genio del Butoh, Kazuo Ohno (inmortalizado en la portada del disco), consigue transmitir con sus representaciones artísticas. "Her eyes are underneath the ground" es una muestra clara de esta mesura contenida pero sin rechazar por ello la fuerza dramática de la voz y las letras de este compositor de sensibilidad infinita. Los arreglos son sutiles de piano y cuerdas son sutiles, huyen de los convencionalismos, más demuestran una profundidad melódica que a día de hoy pocos pueden alcanzar. Así, las pequeñas joyas se suceden, casi derramándose. La mencionada "Her eyes are underneath the ground", "Epilepsy is dancing", "One Dove" (absolutamente genial), la crudeza de "Another World", golpeando tu alma como pocas canciones lo harán este año, o el épico final de "Evergrade", son una muestra de que Antony es un compositor único, irrepetible, maravilloso. Curiosamente lo que casi siempre son virtudes en esta obra alguna que otra vez se convierten en defecto. Así, cortes como "The crying Light" o "Dust and Water" adolecen de ser demasiado autistas e introspectivas, con un Antony embarcado en experimentos vocales quizá no tan acertados y que emborronan levemente el resultado final.

En resumen, debería castigarme sin salir varios meses por haber dudado de este disco. ¡Hombre de poca fe!