viernes, 28 de noviembre de 2008

FENNESZ "Black Sea" (Touch)



Hoy he vuelto a recordar días ya vividos.
Hoy he vuelto a recordar paisajes ya olvidados.
Vuelvo a sentir besos ahora resecos y escuchar suspiros abandonados.
Y todo ello en una péqueña fracción de mi vida, en un modesto segmento de las horas que paso olvidándome, desperdiciando aquello que soy y aquello que quería ser.

Hay días en los que aprendo a sentirme vivo… hay días en los que diez fugaces minutos me recuerdan por qué amo tanto la música.

No hay día en que no me arrepienta de haberme olvidado de asistir a impresionante (o eso dicen, yo ni me quiero enterar) concierto que el austriaco Fennesz dio en mi ciudad. Simplemente se me olvidó, como se te olvidan tantas cosas cada día que no son importantes nunca, excepto si las recuerdas.

Unos meses después Fennesz publica su cuarto álbum de estudio, sucesor del impresionante Venice (touch, 2004), para alimentar más si cabe mi cargo de conciencia ante tal estúpida torpeza. Nunca me lo perdonaré.

Black Sea, mar negro. Observo absorto su portada mientras me adentro en los gloriosos diez minutos del primer corte que bautiza al disco y pienso “te odio, ¿por qué me haces esto?” mientras escucho como el crepitar de cada impulso electrónico que suena a mi alrededor me envuelve y me ahoga, como el mar de tonos grises que antes observaba y en el que ahora me sumerjo sin remedio. La música de fennesz es grisácea, hiriente, rebelde, poderosa, ensoñadora… mágica.

Cuando escucho cualquiera de sus cortes, no paro de reprocharme por qué no se me ha ocurrido esto a mí antes, por qué es otro quien firma una música que sale más dentro de mí que cualquiera que haya soñado yo. Fennesz es un compositor sobrenatural, un vidente emocional.

Black Sea, es la obra más personal y reflexiva de Fennesz. No inventa nada nuevo, no sorprende al oyente ni se adentra en la vanguardia electrónica como nos tenía acostumbrado en obras anteriores. Es una pequeña anomalía.
Sí, hay loops, pequeñas maquinas ruidosas y mucha distorsión y, sin embargo, casi diría que es una obra de cantautor, folk congelado.

Navegando por la web ya he leído quien se arriesga a catalogar este trabajo de obra menor.
Quién sabe, puede que tengan razón.
Por si acaso cuídense…el mar nos acecha.

LO MEJOR: Viajar por el mar.
LO PEOR: Perderme aquel concierto.

No hay comentarios: