martes, 22 de mayo de 2007

WILCO "SKY BLUE SKY" (Nonesuch)



“¡Ay! ¡Aquellos maravillosos 60s y 70s! ¡Entonces si que se hacía música y no ahora!” Algo así ha debido pensar Jeff Tweedy mientras se sumergía en la sesiones de grabación de su ultima obra junto a Wilco. Si es que ya me lo imagino yo, encerrado en su estudio, tumbado en su sillón favorito con la guitarra, desempolvando sus discos de infancia… eso justificaría sin duda la morriña retro que envuelve “Sky Blue Sky”.

Cuando en su Web se publicaban ciertos comentarios suyos donde aseguraba que seguiría los caminos experimentales marcados en sus anteriores discos -en “Yankee Hotel Foxtrot” (Nonesuch, 2002) y sobre todo “A Ghost is Born” (Nonesuch, 2004)- a servidor se le venían rápidamente a la cabeza los arranques krautrockeros de “Spiders”, la psicodelia noise de “Less Than You Think” o los arrebatos desarmonizados que inundaban “At Least That's What You Said”. Pero una vez escuchado el resultado final, parece que se refería a otro tipo de experimentación: a la que se levaba a cabo hace 30 años.


Al líder de Wilco los términos “retro” o “setentero” no le gustan nada. Basta leer la magnífica entrevista publicada en el nº 251 de “Rock de Lux”, para ver que no lleva bien ciertas valoraciones por parte de la crítica, que le echan en cara demasiada añoranza a la citada época, hasta el punto de llegar incluso a demostrar a cierto acaloramiento visceral tras la insistencia del entrevistador. Le guste o no, un marcado ambiente progresivo inunda cada segundo del metraje de “Sky Blue Sky”, ya sea en los arreglos de teclados (juraría que en “Walken” parece que colabora Rick Davies), percusión o en los constantes y excesivos solos de guitarra. Alargadas son las sombras de pesos pesados de la talla de Dylan (“What Light”), Lennon (“Hate it Here”), Pink Floyd (“Shake it Off ”, “Impossible Germany”) o Genesis (los acelerones de “Side With the Seeds” son marca de la casa), que deambulan a sus anchas.

"Sky Blue Sky" avanza a golpe de tópico, posicionándose a ratos cerca del peligroso olimpo del AOR, entre versos reposados, rock autosuficiente y baladas narcisistas demasiado manidas. Y sin embargo, el saber hacer de Tweedy y su Gran banda (eso no cambia) consiguen salvar el disco e incluso hacerlo más que interesante por momentos, recolectando algunos momentos brillantes, tales como el exquisito solo de guitarra de “Impossible Germany”, la progresiva “Side With the Seeds” o el precioso himno final “On and On and On”.

Wilco debería tener algo muy en cuenta: la línea entre la madurez y la vejez, en el mundo de la música, es a veces demasiado delgada.

LO MEJOR: La solvencia instrumental.
LO PEOR: Algunas canciones resultan demasiado aburridas.

jueves, 10 de mayo de 2007

BEN FROST "THEORY OF MACHINES" (Bedroom Community)



Probablemente no te suene demasiado el nombre de Ben Frost. Hasta hoy era un completo desconocido, pero gracias a la publicación de su segundo trabajo, "Theory of Machines", está llamado a convertirse en un referente fundamental dentro de la música electrónica actual. Líder del grupo School of Emotional Engineering – proyecto de electrónica industrial de sonido parejo al de NIN o Swans, este australiano de 26 añitos, afincado en Reykiavik (Islandia), dio sus primeras señales de vida inteligente gracias a la remezcla realizada a “Desired Constellation”, tema de Björk incluido en "Medulla" (One Little Indian, 2004). Por aquel entonces ya tenia editados dos trabajos, a día de hoy inencontrables: el mini Lp “Music For Sad Children” (2001) y su debut en largo oficial “Steel Wound” (Room40, 2003), además del debut con su grupo en 2004.

Frost representa el icono de artista vanguardista como nadie, capaz de cohesionar la experimentación sonora de sus trabajos con el performance visual, incluso llegando a colaborar con otros artistas australianos para dar a luz proyectos como Cicada (recomiendo visitar). Precisamente esta forma de entender el arte como unión indivisible del sonido y la imagen dota un carácter aún más atemorizante y trascendental a su segundo álbum (la sesión fotográfica realizada para el diseño de disco, con Frost colgado de pies y manos al techo en una sala de operaciones quita el hipo).

Grabado en los estudios Greenhouse de Reykiavik y con la colaboración en la producción de Valgeir Sigurðsson, "Theory of Machines" se alza como una descomunal obra, donde convergen casi todas las tendencias actuales dentro del género. No hay ruptura en "Theory of machines", sino coherencia, análisis y consecuencia. La capacidad para sintetizar la obra de artistas magnos como Tim Hecker, Fennesz, Max Richter, Pan Sonic o Jóhann Jóhannsson, manejando con una maestría insultante la manipulación analógica, el noise turbulento, los ecos industriales… uno se ruboriza al presenciar los casi diez minutos del track inicial, con un crescendo furioso, bajo el pilar de notas sueltas de piano en bucle incansable, hasta romper en un arrebato rock propio de bandas cercanas al post rock. Pasajes siniestros, agresores en “Stomp”, de un minimalismo irritante, dónde tienes la certeza a cada segundo de que algo grande va a pasar; el space ambient de “We Love You Michael Gira” desembocando en la brutalidad de “Coda” (bofetada sin mano a Nine Inch Nails), para terminar en el autismo hipnotizador del la neoclásica “Forgetting You is Like Breathing”. Realmente no sé si el Sr. Frost es consciente de la magnitud de una obra tan apabullante. "Theory of Machines" resulta inabarcable. La pesadilla apocalíptica de Trent Reznor hecha realidad. A sus pies.

LO MEJOR: “Theory of Machines”, el track.
LO PEOR: va a pasar desapercibido en casi todos sitios. Para minorías.

domingo, 6 de mayo de 2007

BJÖRK "VOLTA" (One Little Indian)

Vuelve Björk, la reina del indi pop, una de las mentes musicales con más talento de los últimos 15 años, inquieta hasta decir basta, con un olfato privilegiado -que más quisieran para sí muchos ojeadores deportivos- para relacionarse y trabajar con los mejores en su mejor momento (a bote pronto Massive Attack, Tricky, Howie B, Matmos, Mike Patton o el asiduo Mark Bell), musa del frikismo, de genio (en todos los sentidos) inaguantable, moderna como pocas. "Volta" la catapulta a la rabiosa actualidad, su octavo trabajo tras dos años de silencio desde aquella rarísima BSO, "Drawning Restraint 9" (One Little Indian, 2005), de la no menos marciana película de Matthew Barney, así que para la ocasión cuenta con nuevas colaboraciones de lujo como Antony Hegarty, Brian Chippendale (Lightning Bold) o Timbaland, el productor del momento.

Feliz por su maternidad, Björk incentiva su lado más femenino con este nuevo trabajo más luminoso que "Medulla"( One Little Indian, 2004), aunque no tan intenso y logrado, donde desata su lado más eclíptico, preocupada por las “otras músicas”, congregando artistas de varias nacionalidades que participan agregando pequeñas muestras de folklore musical. Son canciones como la dulce “I See Who You Are”, una preciosa y vitalista balada con un impresionante solo de pipa china a cargo de Min Xiao-Fen (ojo al inmenso final), o “Hope”, ambiental pieza sobre una base de percusión en loop de Timbaland y los acompañamientos a la Kora de Toumani Diabaté. Pero dentro del apartado de músicas del mundo que contiene volta, destaca sobre todo “Earth Intruders”, probablemente el single más radiante que haya editado la islandesa en toda su carrera, una festiva oda basada en la catástrofe del Tsunami en Indonesia, donde los beats de Timbaland, las percusiones de Chris Corsano y las marimbas eléctricas de Konono nº1 se funden en una caótica festividad de inusual belleza. Vamos, un acierto. Ambas colaboraciones estelares, las de Timbaland y Antony, muestran su cara y su cruz dentro de álbum. Si “Earth Intruders” es la cara en cuanto al trabajo del primero, ese , irregular momento pop que es “Innocence” sería la cruz, donde Björk se convierte en u juguete en manos del productor, hasta casi convertirla en un clon de Nelly Furtado. Una pena.

La cara amable de la colaboración de Björk con Anthony Hegarty la representa “Dull Flame of Desire”, otro baladón que crece progresivamente a lo largo de siete minutos donde las voces de estos dos superdotados se intercalan con un gusto exquisito (reuyendo los fuegos de artificios propios de los manidos duetos) hasta eclosionar en un portentoso fragmento final a cargo de las percusiones de Brian Chippendale. La cruz, una escueta “My Juvenile”, alicaído epilogo donde apenas ocurre nada reseñable que recordar.

"Volta" además posee un lado oscuro, de atmósfera asfixiante, donde el tándem Björk-Mark Bell campa a sus anchas, entre beats electrónicos (que recuerdan la época Homogenic) y la colaboración de una sección de vientos de un coro femenino islandés, de nuevo con resultados dispares: el punto álgido del disco se encuentra en “Wanderlust”, entre imaginarios diálogos marítimos entre barcos, o el incendiario despelote electro punk que es “Declare Independece”, quizás la canción más dura que Björk haya interpretado nunca; más indigestas la cinematográfica “Vertebrae by Vertebrae” o “Pneumonia”.

"Volta" es probablemente el disco de estudio (Bandas Sonoras a parte) más irregular de la intachable carrera de Björk. No me malinterpreten, con todo es un disco notable, de valor indiscutible. Se agradece que Björk no se deje llevar a sus 42 años por la pereza y endulce su discurso. Pese a que a veces tenga mejor o peor suerte en sus proyectos sigue fiel a su estilo, deambulando en propio mundo aparte.

LO MEJOR: “Declare Independe”, hay que tener mucho güeb…esto…coraje para firmar una canción así.
LO PEOR: El sopor que produce “Pheomonia”.

viernes, 4 de mayo de 2007

LOW "DRUMS & GUNS" (Sub Pop)



Obra de ruptura, en todos los sentidos. Ruptura porque tras la pasada gira de Low, parcialmente plasmada en el documental “Low In Europe”, las tensiones en la banda eran demasiadas y el ambiente insoportable, hasta el punto de sacar literalmente de los nervios a Alan Sparhawk –acabó sumido en una depresión- y provocar la salida de Zak Rally (a quien sustituye ahora Matt Livingston). De ruptura sonora, confirmando el lavado de cara que resulto ser la primera colaboración de los de Duluth con Dave Fridman, abandonando en slowcore lánguido de obras anteriores. De ruptura emocional, que con fiereza golpea desde el inicio (“Pretty People”) probablemente con los versos más desgarradores que escucharemos en años (“All the soldiers/ They're all gonna die/ All the little babies/They're all gonna die/All the poets/And all the liars/And all you pretty people/ You're all gonna die”). Y no son los únicos. Definen Drums & Guns como un disco político, pero yo diría más: es una obra que nace del dolor, de la alineación, del aislamiento, de la repulsa que nace desde lo más profundo de la esperanza humana. Cantos de protesta, de ira (“Murdered”) y reconciliación, pero sobre todo, de soledadGuns.

Sparhawk ahogado en un pozo y Mimi Paker en el impagable rol de madre y pilar emocional para su marido, gran parte de la fuerza motora que impulsa este nuevo trabajo proviene del ‘cuarto’ miembro del grupo: Dave Fridman, impulsor del grupo gracias al arrebato rock de The Great Destroyer (Sub Pop, 2005), tras una época gloriosa con Steve Albini, pero que evidenciaba síntomas de estancamiento.
Quedan en segundo plano las armas habituales de la banda (la guitarra y la batería, gana el bajo como seudo percusión) a favor de las pesadas bases programadas (“Dragonfly”, “Always Fade”), loops y la presencia de samplers (preciosos los strings de “Belarus”). Dentro conviven destellos de luz (“Breaker”, “Hatchet”) con atosigantes sombras, donde repiquetean amenazantes campanas entre notas de piano de ultratumba y baterías marciales, manifestaciones de ocultas tribulaciones espirituales (apoteosis con “Take Your Time”, “In Silence” y “Murdered”). Todo entrelazado como una telaraña perfecta gracias a una producción soberbia de Fridman, que siguiendo el simbolismo del libreto interior del álbum, secciona matemáticamente en las mezclas los distintos elementos de cada canción, concentrando la parte vocal el canal derecho y las distintas percusiones en el izquierdo (samplers y demás fluctúan según cada track).

Así, Low, siguiendo las pautas que ya marcasen en su día discos REM con "Up" (Warner, 1998), Radiohead con “Kid A” (Parlophone, 2000), Hood con “Cold House” (Domino ,2001), rescatan con Drums & Guns sus almas de las cenizas para vendérselas a las máquinas… Drums.

LO MEJOR: Low y Fridman en busca de nuevos horizontes.
LO PEOR: Poca cosa, una cosa allí… otra allá…