Disfrutan del envidiable mérito de haber vendido más de 50 millones de discos vendidos (o por ahí) y, curiosamente, todas las reseñas en periódicos y revistas suelen recordarnos tales cifras, como si así dieran importantes razones para devorar sus nuevas aportaciones. Tanto Jarre como Oldfield viven eclipsados por el éxito y la calidad de sus debut, hasta el punto de que muchos opinan que nunca llegaron a superarlos ni formal ni emocionalmente, opinión no compartida por los fans, que defienden otras obras a destajo y reuyen tales ligerezas. Enamorados de las nuevas tecnologías, han hecho sus pinitos en el mundo multimedia y curiosamente los dos cedieron a las presiones comerciales y decidieron destrozar a base de odiosas secuelas sus obras primas (tristes Oxigene 7-13 (Epic, 1997) y Tubular Bells III, el II tiene su encanto). Por último reseñar que desde hace ya algunos años, Jarre y Oldfield decidieron dar un vuelco musical a sus carreras en busca de ‘actualizar’ su sonido, de modernizar su propuesta en favor de las nuevas expectativas de nuestro tiempo. Así, Oldfield vive inmerso dentro de una burbuja chill out y ambient, abandonando su política instrumentista artesanal sorprendiendo a propios y extraños con desvaríos midi y programaciones artificiales -para el olvido discos como Guitars, Millenium Bell, 3 lunas (WEA, 1999, 1999, 2000) o Light & Shade, (Mercury, 2005). En este sentido Jarre siempre ha tenido mucho más actualizado su sonido, siempre ha sido un enamorado de las nuevas tendencias y las ha aplicado en sus obras a lo largo de su carrera, dando innovadoras muestras con Zoolook (Polydor, 1984), con sus experimentaciones vocales, o Waiting for Costeau (Polydor, 1990), donde coquetea abiertamente con el ambient minimalista.
Jarre cerró una epata tras la concesión comercial de Oxygene 7-13, prometiendo discos acordes con las nuevas tendencias y adaptados a los nuevos sonidos electrónicos. Así llegaron discos como Metamorphoses (2000), Sessions 2000 (2002), Geometry of Love (2003) o Teo & Tea, evidenciando que le sobra ambición y buenas intenciones pero le falta todo lo demás. Hace tiempo que el compositor francés perdió su identidad intentando jugar a algo que no es, imitando a otros compositores actuales mejor formados, más jóvenes y con más ganas de demostrar cosas que él (de talento no hablo, juzgue el lector).
Teo & Tea pretende ser un disco conceptual sobre los sentimientos y emociones de una pareja que se oculta tras relaciones cibernéticas en la web. Tras tan interesante (ejem) planteamiento Teo & Tea deambula por el tecno más charcutero y la electrónica acomplejada, que regala 5 momentos de ridiculez por cada uno de cierto interés. Reconocía Jarre en varias entrevistas dedicadas a periódicos de nuestro país que escuchaba a Chemical Brothers, pero lo del single homónimo evidencia que existe a veces una línea muy muy fina entre la influencia y el simple plagio. Supongo que hay momentos en los que uno debería mirar atrás y analizar que lo ha llevado a estar donde uno está. Así el Sr. Jarre recordaría que es mejor morir siendo uno mismo que vivir bajo la sombra de los demás.
Hay quien piensa que hay que “renovarse morir”. Dice otro dicho que “aunque la mona se vista de seda…”
LO MEJOR: el diseño de álbum es elegante
LO PEOR: ¿Seguro que este tío es Jean Michel Jarre?