Sparhawk ahogado en un pozo y Mimi Paker en el impagable rol de madre y pilar emocional para su marido, gran parte de la fuerza motora que impulsa este nuevo trabajo proviene del ‘cuarto’ miembro del grupo: Dave Fridman, impulsor del grupo gracias al arrebato rock de The Great Destroyer (Sub Pop, 2005), tras una época gloriosa con Steve Albini, pero que evidenciaba síntomas de estancamiento.
Quedan en segundo plano las armas habituales de la banda (la guitarra y la batería, gana el bajo como seudo percusión) a favor de las pesadas bases programadas (“Dragonfly”, “Always Fade”), loops y la presencia de samplers (preciosos los strings de “Belarus”). Dentro conviven destellos de luz (“Breaker”, “Hatchet”) con atosigantes sombras, donde repiquetean amenazantes campanas entre notas de piano de ultratumba y baterías marciales, manifestaciones de ocultas tribulaciones espirituales (apoteosis con “Take Your Time”, “In Silence” y “Murdered”). Todo entrelazado como una telaraña perfecta gracias a una producción soberbia de Fridman, que siguiendo el simbolismo del libreto interior del álbum, secciona matemáticamente en las mezclas los distintos elementos de cada canción, concentrando la parte vocal el canal derecho y las distintas percusiones en el izquierdo (samplers y demás fluctúan según cada track).
Así, Low, siguiendo las pautas que ya marcasen en su día discos REM con "Up" (Warner, 1998), Radiohead con “Kid A” (Parlophone, 2000), Hood con “Cold House” (Domino ,2001), rescatan con Drums & Guns sus almas de las cenizas para vendérselas a las máquinas… Drums.
LO PEOR: Poca cosa, una cosa allí… otra allá…